La
minería española que lleva en huelga indefinida casi un mes reclamando sus
derechos, su trabajo, su vida, su pan; donde sus esperanzas están siendo arrancadas
de cuajo por los sátrapas capitalistas sentados en el banquillo de los
diputados que se niegan a dar las ayudas que el carbón necesita para que el
futuro de estos pueblos no se vean sumergidos en la miseria, la exclusión y la desaparición
final. Otro colectivo más envuelto en el latrocinio y la vorágine macabra de la
tiranía de un sistema que nos muestra su violencia en estado puro. Mientras
escribo estas líneas recuerdo la
Revolución de octubre del 34 en Asturias, en defensa de la
mina y los derechos de los trabajadores y sus familias; ahora cuando la
situación aún es más dramática que la de aquellos años mi diagnóstico es que
viven, o mejor dicho, vivimos en una época prerrevolucionaria pero con la
apatía, el miedo y la trampa de mirar a otro lado dejando a los mineros solos
en la lucha final a vida o muerte.
El
silencio, la información sesgada y las mentiras de los medios de comunicación
de prensa escrita o televisión en el tema de la minería produce ira,
desesperación e impotencia ante la magnitud del problema.
Es
encomiable la dignidad, las ganas de luchar y la integridad de los mineros y
sus familias. Ante la coyuntura política, económica y social que vive nuestro
país claramente envuelta en una corrupción generalizada en todos los
ámbitos de poder, con una oleada
ultraconservadora que invade nuestras vidas, un retroceso en los derechos
laborales y sociales que nos retrotraen al siglo XIX, un saqueo constante y
diario a la sociedad española que está pauperizando, humillando y esclavizando
cada día más a las clases populares no nos podemos mantener quietos,
resignados, vencidos. Porque la lucha de estos mineros es nuestra lucha.
Basta
ya de demagogia patriótica barata y fascistoide con la Roja, Nadales y demás circo
mediático para adormecer a las masas; porque el verdadero campo de batalla está
con los mineros, la sanidad, la educación, el trabajo, la justicia, la
solidaridad…
Mis
energías, mi voz, mi apoyo están con estos hombres y mujeres, trabajadores del
carbón, luchadores por la libertad y la dignidad.
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