Las clases populares sin poder son clases esclavizadas, serviles, alienadas, explotadas. En eso andamos hoy en día instalados en una partitocracia degenerada en una cleptocracia tutelada por los poderes financieros, económicos y sociales del gran capital. La democracia en el sentido estricto de la palabra, y en sus distintas modalidades, está muerta y enterrada por los adalides del capitalismo.
Dicho
concepto ha sido tan sumamente violado que los criminales que monopolizan el
poder la han vaciado de contenido, la han pervertido hasta la náusea.
Los
partidos de la seudoizquierda institucionalizada, socialdemócratas, los
reformistas del capitalismo, los abanderados del Estado del Bienestar han
abrazado desde los años 70/ 80 al calor de las teorías de Milton Friedman y al
cobijo de los Reagan, Thatcher y demás el sistema capitalista en su áurea
neoliberal, brindando a la salud de una nueva era llena de paz, ilusión,
posmodernidad y fines de la historia incluida tras la caída del comunismo y del
Muro de Berlín. Alejados de las necesidades del pueblo trabajador y preocupados
por sus cuentas corrientes, sus ascensos a los reinos de las cúpulas de los
partidos; no eran más que meros lacayos del capitalismo, políticos
profesionalizados, sanguijuelas y traidores al servicio del capital y sus amos.
Y
los medios de incomunicación hay están y estaban para drogar, domesticar y
crear rebaños de ovejas, muertos vivientes que controlados por los bancos,
grandes multinacionales, poderes financieros se dedican a expoliar el
pensamiento, la crítica, la rebelión y crear un único credo a que todo siervo a
de rendir culto, postración y sumisión, el Dios Liberal, Capitalista el único
revelador de la verdad.
Y
aquí estamos aletargados, dominados por un sistema que se ha introducido, cual
tumor cerebral, en nuestros cerebros y nos acompaña en una muerte trágica y sin
curas paliativas.
O
lo extirpamos o seguimos con el cáncer; o nos movemos y luchamos por quitarnos
las cadenas y la soga del cuello o esperamos la inmolación final.
Y
no nos dejemos engañar por ayudas al crecimiento, habladurías sobre Estados del
Bienestar trasnochados ya aniquilados ni por otros engaños y palabrerías huecas
que sólo esconden la verdad; una lucha de clases desenfrenada que, de momento,
estamos perdiendo.
Socializemos
nuestras vidas, nuestros espacios, nuestras escuelas, nuestros hospitales; más
que crecer hay que decrecer, por una vida más austera más sencilla; ¿y el
trabajo? habrá que repartirlo y distribuir la riqueza y los recursos, por una
democracia real donde los ciudadanos tengan poder de decisión, luchemos por una
justicia social, por una vida digna; donde haya igualdad, solidaridad,
cooperación…
La
repugnancia que cualquier excluido, desposeído, esclavo del sistema pueda tener
al invadir su retina seres como los llamados juancarlos, botines, rajoys,
zapateros, felipes, ratos, brufaus, goirigolzarris y demás
calaña criminal sólo es posible atemperarla luchando, rebelándonos huyendo de
la resignación y de la esclavitud.
Prendamos fuego que arda toda esta tiranía, este
monstruo llamado capitalismo que mata de hambre
a 100.000 personas al día.
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